¿Qué les parece si volvemos a lo inicial?

Posted by Algo aleatorio On jueves, 5 de enero de 2012 0 comentarios

¡Qué triste, señor padre, qué triste! ¿Acaso sabe tanto? ¡Venga y dígame usted qué debo hacer con la ignorancia de este pueblo que se funde en la pobreza! ¡Vamos, vamos! ¿Qué es la vida sino una pérdida de ella misma cuando creemos ciegamente en el vástago réquiem de sus homilías? ¡Dígame!

Yo lo he visto alardear con beneplácito orgullo sobre los templos de Roma, las catedrales de Italia, el sumo Pontífice y el traje de los acólitos en navidad, yo he escuchado sus insultos en contra de la humildad del campesino y la miseria de aquella niña que gasta sus días en el parque esperando siquiera un trozo de pan… ¡Yo lo he visto denigrar a mi gente! ¡Yo lo he visto predicar sin sosiego las enseñanzas que pierden sentido en la falacia de su voz! ¡Contésteme! ¿Dónde están las palabras de aquél aguerrido de Nazaret? ¿Por qué pone el Reino de Dios en ese lugar donde sólo podemos contemplarlo con suntuosa agonía? ¿Cuándo dejará sus hábitos para ensuciarse las manos con las súplicas del pordiosero?

Con todo respeto le digo, señor cura, que el mendigo que clama compasión en las puertas de su parroquia no calma su hambre con el tenue resplandor del santuario que compró en Semana Santa, ni con el cáliz con adornos de oro e incrustaciones de plata… ¡Perdóneme usted! ¿No sabía?...  De igual forma le comento que todos –o al menos una gran mayoría- estamos al tanto de sus amoríos… ¿Se sonroja? ¿Acaba de recordar sus votos? ¿Desea cambiar de tema? ¡Como usted lo desee! ¿Entonces ya notó la orfandad que corroe a su feligresía? ¿Ya se dio cuenta de la tácita esperanza que carcome el devenir de estos días donde sólo permanecen los deseos de morir o despertar a un salobre amanecer? ¿Ya se percató del fraude de su misión?

Yo no digo que usted sea malo… ¡Lo es!... Y no tengo derecho a juzgarlo… ¡Pero lo hago! ¡Lo hago porque sé que sus grandes proezas no son más que la ironía del discurso con que quiere adormecernos! Lo hago, señor párroco -¡Célebre representante de Jesucristo resucitado!- , porque temo que algún día lo tomen en serio… ¡Deje ya sus alabanzas  y adulaciones! ¡No flagele más la nostalgia de esta tierra que se hace llamar patria! ¡Venga! ¡Acompáñeme! Abandone las utopías y edifique de una buena vez lo que hoy tanto se anhela…

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